Veamos.
Con 17 años tuve que elegir una carrera y me estuve meses y meses pensándolo.
Preguntando a todo el mundo, yendo a meetings, teniendo reuniones con mi tutora... Al final mi pensamiento de amplitud me hizo escoger ingeniería mecánica, parecía que tenía un poco de todo. No me di cuenta de que el proceso estaba impregnado de cultura.
Nuestra forma de tomar decisiones viene dada por nuestro entorno.
Un adolescente chino no escoge lo que va a estudiar, se inscribe a lo que su padre dice y punto. Por eso la mitad de chinos podrían ser médicos, si no hubiera un cupo. La jerarquía puede marcar las decisiones, pero hay más.
Cuando tomo una decisión busco darme cuenta si lo hago en mayúscula.
Unos meses después de empezar la carrera de ingeniería mecánica vi que no era para mí. Así que tenía que elegir si seguir o dejarla. Mi familia me dijo que me apoyaría tomara la decisión que tomara. Un padre chino se hubiera reído, ni me habría escuchado. Al final me di cuenta de que empezar la carrera había sido una decisión en “d” minúscula.
Si tu decisión puede ser cambiada es que no era mayúscula.
En cambio, hay decisiones que son una “D” mayúscula . Por ejemplo, tener hijos. Ahí no hay dudas. Luego hay otras decisiones que se tienen que tomar ya, no puedes postergarlas. Pero realmente son una “d” minúscula: puedes echarte para atrás. Como fue mi caso (como el 99% de chavales).
Busco sacar lo mejor de mi cultura. Así que al tomar una decisión importante intento ver lo fuerte que tiene que ser. Una “D” o una “d”.
P.D.: Esta idea, y varias más, las comento en el episodio de esta semana.