Atenti.
Hay entrevistas que se vuelven virales por graciosas.
Otras, por lo incómodas.
Y luego están las que te pegan una bofetada de sentido común en la cara.
Esta es una de esas últimas.
Estaban entrevistando a Morgan Freeman. Actorazo. Voz de Dios. Un tipo que cuando habla, el mundo se calla.
Le preguntan:
—¿Vas a celebrar el mes de la historia negra?
Respuesta automática, sin parpadear:
—No. Eso es una tontería. La historia de Estados Unidos es la historia negra.
Pum.
El entrevistador suelta un tímido:
—Ya...
Pero Freeman no había terminado.
—¿Tú querrías celebrar el mes de los blancos?
—La verdad es que no...
Y ahí el entrevistador ya estaba deseando que la tierra lo tragara.
Esa pregunta hecha para quedar bien, para elevar el tono moral de la conversación… se le estaba cayendo encima como un piano.
Porque cuando haces preguntas para mostrar lo buenos que somos (sin decir nada realmente útil), corres el riesgo de que alguien te responda con verdad, no con simpatía.
Lo mejor fue el remate:
Freeman dijo que para acabar con el racismo había que dejar de hablar de él todo el rato.
Dejar de poner etiquetas.
Dejar de verlo a él como un hombre negro.
Y al otro como un hombre blanco.
Dejar de asumir que eso es lo primero que somos.
Y ojo, porque no estaba negando realidades duras ni injusticias.
Solo estaba diciendo algo tan potente como incómodo:
Obsesionarnos con símbolos puede
distraernos de la realidad
Ahí te dejo pensando.
Porque hay una delgada línea entre la visibilización y el postureo.
Entre defender una causa… y usar una causa para colgarte una medallita moral.
Para quedar bien.
Para hacer contenido.
Para vender.
Y esa moralina envuelta en hashtags puede ser peligrosa.
No porque sea mala intención, sino porque te hace sentir que ya hiciste algo solo por posicionarte.
Y spoiler: no, no hiciste nada.
Yo abogo por otra cosa:
Por actuar con coherencia. Por escuchar. Por no ir siempre buscando un ángulo para parecer el más woke de la mesa.
Y por no convertir cada causa en una excusa para lucrarse, tener razón o presumir.
P.D.: Estoy seguro de que Morgan Freeman escuchó el episodio de “Los peligros de la moralidad”
Si no lo hizo, habría estado 100% de acuerdo.
Y lo habría narrado con esa voz suya que convierte cualquier verdad incómoda en oro puro.