Durante dos décadas, Leonardo DiCaprio fue más predecible que la resaca del 1 de enero.
Si su novia iba a cumplir 25 años, también sabías que DiCaprio la dejaría. Era una regla no escrita. Una constante del universo. Una ley física como la gravedad, pero con yates y helado en Santa Bárbara.
Y claro, como toda regla que se respeta, venía con su público.
Con memes. Con gráficas. Con apuestas.
Hasta que…
Hasta que llega Vittoria Ceretti, que acaba de cumplir 27 años y sigue ahí, con Leo, mientras media internet se queda con cara de “pero esto no era así”.
Las reglas están para romperse.
Lo jodido es que muchas veces ni existen. Nos las inventamos.
Las vemos donde no las hay. Como cuando alguien cree que si pierde poder adquisitivo este año, lo seguirá perdiendo el siguiente, y el siguiente, y el siguiente, en línea recta hacia la ruina total. Como si la vida funcionara como un Excel.
Pero no.
La vida va a trompicones.
A veces sube, a veces se desmadra.
A veces, incluso Leonardo DiCaprio cambia de patrón.
Por eso me pone tan nervioso cuando alguien me dice “esto es así”.
¿Ah, sí? ¿Desde cuándo? ¿Quién lo decidió? ¿Tú? ¿ChatOGT? ¿Una estadística?
La mente humana tiene esta tendencia tan nuestra a buscar líneas rectas, patrones, estructuras que nos tranquilicen. Porque el caos da miedo. Pero el caos también es donde ocurre lo bueno.
Lo realmente potente es esto: a veces, la excepción no confirma la regla.
La rompe. La hace polvo. Y nos recuerda que podemos hacer lo mismo con las nuestras. Con esas que arrastramos sin cuestionar.
Que si ya tengo esta edad no puedo empezar. Que si gano menos ahora, ganaré menos siempre. Que si algo no ha pasado, no pasará.
P.D.: Estamos ya organizando nuevo viaje a China. Para finales de octubre/principios de noviembre.