Veamos.
¿Te imaginas montar un restaurante sin local, sin cocina, sin camareros y que acabe siendo el número 1 en Londres?
No hace falta imaginar mucho. Porque ya pasó.
Y no, no es una historia de éxito rollo startup con garage y sudor.
Es un tío que se inventó un restaurante que no existía y lo convirtió en el más valorado de TripAdvisor. El más top. El número uno. Encima en una ciudad como Londres, que tiene más restaurantes por metro cuadrado que excusas para no ir al gimnasio.
El restaurante inexistente
El protagonista se llama Oobah Butler. Británico, cara de no haber roto un plato y cerebro de troll profesional.
El tipo había trabajado durante un tiempo escribiendo reseñas falsas de restaurantes por encargo. O sea, le pagaban por decir que todo estaba delicioso aunque el sitio fuera una cueva de salmonelosis.
Y un día pensó:
“¿Y si creo un restaurante que no existe y lo pongo en TripAdvisor a ver qué pasa?”
Plot twist: funcionó.
Paso 1: El nombre
Le puso The Shed at Dulwich, que suena elegante pero en realidad significa El Cobertizo de Dulwich. Porque literalmente lo montó en su cobertizo del jardín.
Así de fino todo.
Paso 2: Las fotos
No tenía comida, claro. Así que montó platos falsos usando espuma de afeitar, productos del súper, pintura y luces cálidas.
Una zapatilla con salsa parecía alta cocina.
Y luego: fotos bien editadas, encuadres cuidados y descripciones tipo “experiencia multisensorial con ingredientes locales seleccionados”.
Vamos, lo de siempre.
Paso 3: La estrategia
Creó una ficha en TripAdvisor y pidió a sus amigos que dejaran reseñas falsas.
Eso sí: todas seguían una narrativa muy clara.
No eran solo “qué rico todo”.
No, decían cosas como:
“Nunca había probado algo tan íntimo. La experiencia en The Shed es como una sesión de meditación gastronómica.”
O:
“No puedo describirlo sin emocionarme. Volveré.”
Con eso y el aura de exclusividad total (solo con reserva, ubicación secreta, pocas mesas), el algoritmo hizo su magia.
Y en unos meses... boom:
Nº1 de Londres.
Y entonces la gente empezó a llamar
Cientos de personas querían reservar.
Influencers, periodistas, parejas buscando cenas especiales.
Todos desesperados por probar la experiencia.
Y claro, Oobah no daba abasto. No podía aceptar a nadie… porque el sitio no existía.
Hasta que dijo: “¿Y si lo abro un día?”
El gran día
Eligió unas cuantas personas entre los que pedían reserva y los invitó al jardín de su casa, donde montó el cobertizo con luces, manteles de papel, una carta fingida y comida congelada del supermercado.
Sí, así tal cual.
Y lo más increíble:
Les encantó.
Los clientes salieron diciendo que era único, que les sorprendió la presentación, que “había algo diferente en los sabores”.
Gente comiendo puré de sobre y pasta recalentada con lágrimas de emoción.
La fe en el storytelling es ciega.
¿Y qué aprendimos?
Que en internet no importa tanto lo que es real, sino lo que parece auténtico.
Lo exclusivo vende.
Lo inalcanzable, aún más.
Y lo misterioso… lo peta.
Puedes tener un plato de mentira y aún así ganarle a restaurantes que llevan años currando de verdad. Porque lo que cuenta no es solo el producto, sino la narrativa.
Y lo viral, cuando funciona, es imparable.
¿Y esto qué tiene que ver contigo?
Todo.
Porque si estás montando algo (un proyecto, una marca, una idea), recuerda esto:
La historia que cuentas puede pesar más que el producto en sí.
Por eso, los que escribimos, vendemos, diseñamos o creamos, tenemos una ventaja brutal si sabemos cómo generar deseo, curiosidad y diferenciación.
P.D.: Te prometo que la próxima vez que alguien me diga que "solo hay que tener un buen producto para triunfar", le enseño esto y le sirvo un zapato con mayonesa.
El teatro de la vida :)