Tú.
Sí, sí. ¡Tú!
No te escabullas. Eres un cotilla. Un fisgón. Un chafardero.
Aunque chafardero es una catalanada que viene de safareig (lavadero antiguo). Pero no me líes…
Eres un cotilla porque yo antes no era así.
Déjame que me explique, tranquilito.
Cuando empecé esta newsletter daba ideas al por mayor. Ideas tras ideas. Un non-stop. Y casi ni las enlazaba.
Luego el tiempo, y tú, me habéis ido poniéndome en mi sitio. Me habéis hecho ver que os gustan más otro tipo de e-mails. Donde no solo explico una idea, sino también su adorno. Y si ese adorno es algo que me ha ocurrido a mí pues mejor (como el siciliano loco del Mercadona).
No solo he visto que gustan más, también he conseguido abrirme y explicar mis cosas. Algo impensable hace años, cuando pensaba que la privacidad era que nadie supiera nada de mi.
Ahora me sale de forma natural enlazar historias mías con lecciones que me da esta vida perra.
Las mejores (y cómo aprovecharse de ellas) las explico en mi último curso:
https://adrian-sussudio.mumbler.io/p/no-es-verdad-cabron-pero-es-util