Sigo fascinado con China.
Todo el grupo lo está. Volver a la rutina nos está costando horrores. Hay una mezcla rara de nostalgia, jet lag emocional y recuerdos que parecen sacados de otro planeta.
Y hoy te quiero contar algunas cosas que nos pasaron. Como el intento de estafa. Porque sí, el viaje fue brutal. Pero solo contar lo bueno sería mentir (o hacer de influenser patrosinado).
Así que va en serio:
Hoy toca hablar de las dos caras de la moneda china.
Lo bueno y lo malo.
El yin y el ñam.
Pim. Pam.
Silencio a patadas
Usamos mucho el transporte. Y mucho rato. Porque Shenzhen es enorme.
Cuando digo enorme, hablo de 100 km de punta a punta.
Como ir de Barcelona a Tarragona. O de Madrid a Segovia. Pero dentro de la misma ciudad.
Por eso te pasas media vida en el metro. Algunas paradas tardaban 10 minutos entre ellas. Y eso que iba rapidísimo.
¿Lo mejor? El silencio y la limpieza.
Nadie grita. Nadie canta. Nadie mira el TikTak sin auriculares (España, aprende).
¿Lo peor? Que al salir, los chinos no te dejan paso.
Tú intentas bajar del vagón y ellos ya están entrando como si se acabara el mundo.
Tienes que empujar. Literalmente.
Cero drama. Ellos están acostumbrados. Pero tú al principio te quedas flipando.
Y no, no vimos escenas tipo Japón con empleados empujando gente como si fueran maletas, pero sí nos tocó sacar codos.
También cogimos el tren bala. Todo puntualísimo, como si el reloj suizo se hubiera mudado a China.
Seguridad: un paraíso (casi)
China es hipersegura.
No te roban, no te asaltan, y si te dejas el móvil en algún sitio... puedes volver más tarde y sigue ahí.
De locos.
Hay quien dice que es cultural. Aunque hay desigualdad social (raro entonces que no hayan robos). Pero también está un factor clave: hay más cámaras que farolas. Vigilancia total. Como Black Mirror, pero con arroz frito.
Aun así, podrían ponerse pasamontañas y robar, pero no lo hacen.
Resultado: caminas sola de noche tranquila.
Pero...
Vigila con las motos.
Van por la acera. Aparecen por todos lados.
Porque no hace falta carné, cuestan unos 300 euros y las llevan absolutamente todos.
Y como los motores eléctricos no hacen ruido, muchas veces solo sientes una sombra pasarte al lado a 30 km/h mientras tú vas pensando en tus cosas.
Cero paz al caminar. Ni un momento de distracción.
Ir por la calle es un juego de supervivencia.
Tan desarrollados para algunas cosas pero luego la de las señales de tráfico no se la saben.
¿Y sobre los precios?
En general: barato.
Por 5 euros puedes comer bien. Aunque también es una lotería gastronómica.
Hay platos que me fliparon. Otros que no me acabé.
Pero bueno, los buenos los fiché para la próxima.
Los hoteles, muy bien.
Pagas la mitad que en España y están en mejor estado.
Y los vuelos a China, ahora mismo, son sorprendentemente baratos para los kilómetros que haces.
Ahora bien…
…si pueden, te estafan.
Y aquí viene mi historia favorita.
Estábamos en una tienda de souvenirs con esta entrada loca:
Compré una taza de bambú por 1,5 € y al pagar, me dan tres papelitos.
Yo, con cara de “¿qué es esto?”, y ellos:
—Ve al otro lado, big surprise.
Y yo ya pensando: “a ver con qué me salen hoy…”
Cruzo a la otra sala y me encuentro a una mujer con un mostrador lleno de joyas carísimas.
Le doy los papelitos, rasco uno: nada.
Segundo: nada.
Tercero: premio.
—Tienes un descuento del 85% en tres de nuestros productos más exclusivos.
La china se empieza a emocionar y a decirme que he tenido mucha suerte. Que lo he conseguido entre miles de clientes.
Yo me emocioné también y pienso: joder, qué suerte.
Pero ese pensamiento me dura poco cuando veo que las joyas cuestan cientos de euros. Así que con el descuento son collares por 20-30€. Nada de céntimos. Encima la mujer me suelta: tenemos sello de certificación. Es jade de verdad. Good quality.
Lo curioso es que el resto de la tienda vendía cosas cutres por 2 euros.
Pero en esa esquina: joyería de lujo.
El diseñador del timo se olvidó de ese detalle.
Al final me di cuenta, no dije nada, me fui con mi taza y dignidad, y ella ni me insistió.
Se dio cuenta de que yo no era tan pardillo.
Resumen:
El metro es silencioso. La salida loca.
No te roban. Te atropellan.
Casi todo es barato, pero si pueden… zasca.
Vivimos muchas más contradicciones curiosas. Así que creo que alguna otra news sobre China caerá.
Y también quiero hablar sobre otros temas calientes, que poca gente conoce (pero a lo mejor tú sí).
P.D.: Si no te leíste la news anterior, sobre los GANCHOS, te molará.
P.D.2: Además, Sergio subió el vídeo de nuestra aventura por China a YouTube.